Los orígenes del Parque del Estrecho se remontan a la década de 1920, época en la que se encontraron restos del Fuerte original que había existido entre 1843 y 1852 y que se reconstruyó más tarde (1940s).
En los 1950s fue descubierto el emplazamiento original de la antigua colonia española del Rey Don Felipe o “Puerto del Hambre” (1950s) y paulatinamente se llevaron trabajos arqueológicos que dieron cuenta de una presencia milenaria en el sector .
En los años 1990, a nivel de gobierno regional tomaron la decisión de proteger y administrar todos esos recursos patrimoniales bajo un mismo modelo de gestión, y así nació la idea de consolidarlos todos en el “Parque Histórico Rey Don Felipe” (año 1999).
El año 2017, a solicitud de la administración actual, el Ministerio de Bienes Nacionales decretó oficialmente el cambio de nombre del Parque, argumentando que la diversidad de los recursos patrimoniales contenidos en el mismo son representativos tanto de la historia natural como humana del territorio. De esta manera buscamos usar el nombre del Estrecho para proveer un marco universal, integral e imparcial, a diferencia de usar un hecho histórico puntual.
Es importante destacar que a pesar de la intención permanente de contar con un marco imparcial para la conceptualización de esta área de protección, la gran mayoría de las iniciativas llevadas a cabo han sido de gestión local por lo que es casi imposible no reconocer de que a pesar de la neutralidad deseada, el punto de vista local permea a lo largo y ancho del Parque del Estrecho.
El Parque del Estrecho de Magallanes (ex-Parque Histórico Rey Don Felipe) es un área protegida local, ubicada a 50 kilómetros al sur de la ciudad de Punta Arenas que alberga importantes recursos patrimoniales naturales y culturales.
Algunos de los recursos patrimoniales más conocidos que alberga el Parque son los monumentos históricos nacionales Fuerte Bulnes y Rey Don Felipe o “Puerto del Hambre”.
El Parque protege también sitios arqueológicos que señalan presencia humana desde hace miles de años, además de ser hogar para diversas formas de vida representativas del territorio.
Se emplaza en la costa, entre las bahías Carrera y San Juan, y ocupa la península llamada Punta Santa Ana, que es un promontorio rocoso con vistas panorámicas del paisaje.
Desde los orígenes del Parque, este se ha desarrollado gracias a sueños y esfuerzos individuales y colectivos, con una consistente voluntad de cooperación público-privada. De hecho, el Fuerte Bulnes de hace casi 80 años fue reconstruido casi en su totalidad con recursos privados, apoyados logísticamente por recursos públicos.
Esta tradición de cooperación y trabajo colectivo sigue hasta nuestros días.
El Parque es hoy de propiedad fiscal y administrado de forma público-privada desde el año 2011 entre el Ministerio de Bienes Nacionales y el consorcio regional Patagonia Histórica Sociedad Anónima (PHSA).
El esfuerzo de conservación que significa el Parque se desarrolla en base a las siguiente organización de especialidades:
El modelo elegido hace más de 2 décadas para desarrollar el Parque, fue el de “concesión onerosa”, para que de esta manera se invirtiera en arreglos, mejoras y nuevas instalaciones sin costo para el Estado.
Desde el año 2011, y después de un largo y cuidadoso proceso de licitación, el Parque ha sido mantenido sólo con la inversión aportada por la concesionaria y los ingresos generados por la venta de entradas, sin aportes estatales de ningún tipo.
En esta nueva etapa tenemos medio siglo para desarrollar un modelo que logre una futura autonomía financiera que permita que el Parque se maneje en pos de sus propios intereses y objetivos en lo patrimonial, científico, educacional, cultural, medioambiental y social. Todo esto con un modelo de gobernanza que incorpore todas las visiones y que mantenga la tradición ya centenaria de colaboración público-privada.
La protección y desarrollo del Parque del Estrecho involucran un universo de tareas que permiten que el Parque se proteja, se mantenga y además pueda ser visitado. Esto es llevado a cabo por un equipo diverso y colectivo que trata de ser siempre una muestra real de la comunidad local, apoyado por una variada red de proveedores y colaboradores externos. Sin todo este tejido de personas, no sería posible proteger, mantener y desarrollar este lugar tan especial para todos.
Todos quienes visitan el Parque, para ingresar, tienen que aceptar cumplir con una serie de normas desarrolladas pensando en la protección del lugar y de quienes lo visitan. Esto incluye pero no se limita a recursos patrimoniales naturales y culturales, instalaciones y equipamiento de sitio, vehículos de particulares y sobre todo la integridad física y sicológica de todos quienes visitan y los que trabajan en el Parque.
Además, el Parque mantiene cero tolerancia a conductas de cualquier tipo de acoso, abuso y en desmedro en general de la dignidad de todas las personas. Por lo mismo, como organización adherimos completamente a la ordenanza municipal Nº1957 “que previene, prohíbe y sanciona el Acoso Sexual en la vía pública, transporte público y lugares de concurrencia masiva en la comuna de Punta Arenas».